12 julio 2012

Viviendo la llegada de la marcha minera a Madrid

El miércoles (martes, me corrige merchi), después de comer, Merchi y yo viajamos a Madrid para apoyar a los mineros que formaban la III Marcha Negra en su llegada a la capital de España. Tuvimos la enorme suerte, por azar, de aparcar al lado de dónde descansaría la marcha, en la Ciudad Universitaria. Las columnas Norte y Aragonesa partieron ya juntas de Aravaca y nosotros avanzamos a encontrarnos con ella en el acceso del Palacio de la Moncloa, cuyo paso por allí fue una de las pocas batallas que le hemos ganado al PP hasta ahora. Nos sumamos a la marcha al grito de "Aquí está, la cueva de Ali Babá". La llegada al desvío de la Ciudad Universitaria fue un adelanto de los que esperaría a los mineros esa noche en Madrid, bengalas y pancartas alusivas al ánimo y apoyo a la lucha obrera y minera en particular. En el período de descanso, apoyo e incluso ofrecimiento de sus bocadillos y su agua de las limpiadoras de la Universidad. Increíble.
Ya por la noche emprendimos camino hacia Sol. Acompañados de maestros, estudiantes, yayoflautas, bomberos, 15-M, obreros,...marchábamos muy lentamente puesto que los márgenes de la carretera estaban llenos de gente que se incorporaban al paso de nuestros compañeros. El gentío era enorme pero no pensábamos llenar campos de fútbol, nuestro objetivo era luchar por una causa justa. Fue emocionantísimo, la gente trataba a los mineros como héroes, agradeciéndoles su lucha y viéndose representados en ella, hubo lágrimas y consignas de todo tipo, mineras y reivindicativas de la lucha obrera. Ahora me quedo con una: "de Norte a Sur, de Este a Oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste". Nunca olvidaré esto: GRACIAS MADRID OBRERA.
Lo del miércoles ya fue distinto. La gente de las comarcas mineras acudía a apoyar a los suyos en la llegada oficial a Madrid y la manifestación fue masiva pero distinta a la del día anterior. La extraordinaria muestra de apoyo tan sólo se vió interrumpida por la actuación de los antidisturbios, propiciada de manera algo extraña por gente no minera, que cargaban indiscriminadamente contra todo el mundo con independencia de que les hubieran hecho algo o no. Muy valientes con armas y en grupo pero demasiado vergonzoso en ocasiones. Nosotros caminábamos tranquilamente por la acera anexa al Palacio de Congresos retirándonos cuando llegaron a nuestra altura y uno golpeó sin más al que iba al lado nuestro y, cuando me giré sólo me separaba de él su escudo. Después de decirle que no habíamos hecho nada, que no se le ocurriese tocarme, el de detrás le separó de mí y a esta hora dudo como hubiera reaccionado si llega a levantarme la porra delante de mis narices. Afortunadamente pasaron de largo y no fue a más. La verdad es que contemplas unas injusticias enormes y una rabia contenida en su actuación que llegas a dudar del sano juicio de esta gente, pero te das cuenta de que muchos de ellos son unos impresentables (por ser suaves) cuando al marchar los autobuses despiden a la gente haciéndoles la peineta o lanzandoles besos mientras les dicen adiós con la mano. 
Hoy me han dicho que no ha servido para nada todo esto. Están equivocados, creo que ha servido para recordarnos a nosotros mismos que los mineros llevamos la lucha muy dentro, que nos apoyamos,... muchísimas cosas, y que somos un ejemplo de lucha obrera que la gente tiene ganas de seguir.
Todas estas cosas contribuyen a que puedas decir cada vez más alto que te sientes orgulloso de ser minero, y de vivir y trabajar en este entorno y que esto no puede morir. Seguiremos luchando.


1 comentario:

Merchi dijo...

Ruli, ya pierdes la noción del tiempo, cuando nos fuimos para Madrid fue el martes. A ver si volvemos a la normalidad...